TLAHUICA: LA BRUJA Y EL ORIGEN DEL MAL - 68 Voces
Toda sociedad desde la antigüedad hasta nuestros días se rige por un conjunto de ideas y creencias que le dan sentido y seguridad a su vida con la finalidad de integrar y constituir su identidad. En el México antiguo existieron grandes poblaciones cuya identidad quedó plasmada a través de sus prácticas sociales, sus experiencias, su religión, su condición terrenal, temporal y su lengua viva, constructora de la mitología y la tradición oral.
Los Tlahuicas, vivo ejemplo de riqueza cultural y oral, reciben el nombre de pjiekak'joo, que significa "lo que yo soy, o lo que yo hablo”. Está cultura habitó principalmente en el altiplano central de México, hoy el Estado de México y Morelos. Presencia fiel de su esplendor y su riqueza es la rica arquitectura imperante de sus templos que se erigen en Coatetelco, Teopanzolco, Xochicalco y el Tepozteco, pertenecientes a las ciudades principales que fueron: Cuauhnahuac, Cuernavaca y Oaxtepec.
A pesar del tiempo muchas de las costumbres de los Tlahuicas han influido considerablemente, haciéndose presentes en la historia y la sociedad del territorio morelense. El conocimiento agrícola, la religión y las costumbres de los Tlahuicas fueron transmitidos a sus descendientes a través de la lengua, pues es ésta la que asegura la continuidad de sus formas de vida, su personalidad y sus tradiciones. Es la palabra viva la que transmite y comunica conocimientos y preserva valores.
Muchos de sus valores se crearon y salvaguardaron a través de su concepción mítica. Estas historias fantásticas en apariencia presuponen la creación del mundo, un mundo que justifica la existencia de todo y de todos, un mundo que transforma el caos en orden y lo desconocido en experiencia.
La historia de los Tlahuicas comienza por recordar un mundo de oscuridad, todo era lóbrego, no había luz en el mundo, no existía gente y por lo tanto no había maldad. Se dice que en el origen del mundo solo habitaban los hermanos Teponaxt, ellos trabajaban en la noche, iluminados por la luna, los cuales al llegar la luz, quedaron convertidos en piedras. Dios había escogido a ver quién iluminaba al mundo, el que lo hiciera iba a ser el rey del mundo. Se dice que ya era de madrugada y había poco tiempo para hacer la luz. El lucero grande bajo al mundo y por más que quiso arder no pudo, luego entonces la luna señaló que ella había trabajado con la gente y conocía al mundo. Sin embargo, la luna salió y tampoco pudo, siguiendo todo en oscuridad. Para esto los gallos comenzaron a cantar y el sólo señaló que si nadie había podido él lo intentaría y a las seis de la mañana todo resplandeció. Los hermanos Teponaxtles en piedra quedaron, la maldad desapareció, gente nació y todo el pueblo cambio.
Pero una vez que el mundo comenzó a poblarse la maldad se volvió a instalar. El rescate oral de la Bruja Tlahuica representa la maldad personificada en la tierra y su no aceptación, reivindicando esa dualidad entre el bien y el mal, elementos clave, que no pueden perderse de vista en la conformación y ordenamiento del mundo.
Estos valores culturales son los que han generado una identidad diferenciada en el curso de la historia. Es así como cada suceso se guarda en la memoria y la memoria colectiva transmite de los ancianos a las nuevas generaciones relatos que preserven la cultura. Así el pjiekak'joo es la conciencia étnica, es el término que delimita al interior de su cultura a las personas que comparten sus ideas y creencias. Por medio de este vocablo se expresa el compromiso con un pasado común y una colectividad diferenciada.
Celebramos la diversidad cultural de México, con las magníficas animaciones del proyecto 68 Voces de quienes tomamos con su permiso y agradecemos la siguiente historia...
Referencias:
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Álvarez Fabela, Reyes Luciano. Tlahuicas. México: CDI, 2006. Col. Pueblos indígenas del México contemporáneo 40
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Mora Ledesma, María Isabel. La Cosmovisión Tlahuica: Una Cultura en Proceso de Desaparición. México: UAM-I, 1989. P. 157.
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Por: @Brenda_Martz