DEL AMATE AL PICADO. PAPELES FESTIVOS Y ARTESANALES EN MÉXICO
A lo largo y ancho de México se celebra durante los primeros días del mes de Noviembre el Día de Muertos, donde cada familia en sus hogares monta un altar para sus seres queridos ofrendándoles comida, bebida, dulces, frutas, caminos de flores, sal y algunas pertenencias que disfrutaban los difuntos cuando caminaban aún entre nosotros.
La creencia de que en estos días las almas vuelven a compartir espacio con nosotros y visitan a sus familiares y amigos prevalece en muchas de las culturas que cohabitan en nuestro país, por lo que es importante mencionar que según la región y cultura existen algunos cambios en ésta tradición. El pan de muerto cambia de forma, las flores son distintas, los platillos para las almas visitantes cambian según las fiestas patronales o de pueblos originarios y la decoración también varía bastante, ya sea para bodas, aniversarios, sepelios, entre tantas otras festividades.
El Día de Muertos es conocido por ser una celebración muy colorida, con aromas y sabores que se pueden sentir en cuánto se acercan las fechas.
Uno de los elementos más coloridos del altar de muertos, característico de la zona centro del país; es el papel picado que se utiliza también en otras festividades mexicanas como Día de Independencia, Ferias, XV años, etc.
Antes de que el papel picado fuera como lo conocemos con colores muy vivos y hecho en papel de china (o seda), el papel picado era utilizado por las antiguas civilizaciones mesoamericanas en ceremonias y representación de diferentes deidades, este se hacía artesanalmente sobre papel amate.
Los guardianes de la elaboración de papel amate se encuentran en San Pablito, Pahuatlán, Puebla, comunidad Otomí. Los artesanos tradicionalmente fabrican el papel a partir de la corteza del árbol del jonote; el primer paso es ablandarlo para poder manipularlo fácilmente, la corteza se hierve durante algunas horas junto con cal y ceniza, removiéndolo para evitar que se queme. En el siguiente paso, sobre una tabla de madera aproximada al tamaño de papel que vayan a elaborar, se colocan las fibras para después, con una piedra volcánica golpearlas variando dirección e intensidad hasta obtener una hoja uniforme con ángulos y bordes perfectos, para borrar los poros de la piedra, alisan la superficie con una cáscara de naranja, por último, el papel se deja secar al sol un poco más de medio día.
Para agregar los diseños, los artesanos de la comunidad hñahñú (otomí), incorporan al lienzo de papel amate bordados artesanales de la zona, así como papel picado (elaborado a martillazos logrando las figuras deseadas).
Algunas veces el papel se tiñe usando tintes naturales como flores, ceniza, corteza, etc., el proceso completo dura aproximadamente medio mes y en él intervienen muchas manos y técnicas ancestrales.
En la actualidad podemos encontrar el papel picado con imágenes como la Catrina, escenas mexicanas, frases, o retratos de la naturaleza en casi cada esquina cuando las festividades se acercan.
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Por: @Laudelgadob