CHAUIZTLE. ESTÉNCIL BORDADO A MANO.
¡Ya nos cayó el Chahuiztle!, el “triple a”, sí, un artista/activista/autodidacta de 33 años enfocado en la técnica del esténcil. Su trabajo está inspirado en uno de sus intereses primordiales: el proceso de construcción y reconstrucción del tejido social en los grupos indígenas o pueblos originarios, su sentido de pertenencia y de comunidad. Chauiztle califica estos procesos como algo extraordinario, se declara enamorado del Arte Popular.
Este artista comenzó a pintar en el 2006, sin embargo, no fue hasta finales del 2017 que tras una crisis en su vida, dejó su trabajo “formal” y decidió dedicarse al arte urbano de manera profesional. En su camino como artista de formación autodidacta, ha conocido a otros artistas que se han convertido en grandes amigos, compañeros y maestros, de entre los cuales destaca a dos: Gran Om y Karas Urbanas, de quienes ha aprendido a desarrollar diferentes técnicas.
Una de las cosas que más lo hace feliz es precisamente pintar, afirma: “No me imagino haciendo ninguna otra cosa por el resto de mi vida. También, cómo no, un café en las mañanas me parece magnífico”, pero no solo eso, su felicidad también se detona en el desarrollo colectivo de un mural, pues le parece muy gratificante ver cómo la comunidad se reúne para trabajar y pintar algo para ellos mismos.
Algo que siempre me gusta tocar en los talleres que suelo impartir es que el arte es una necesidad del alma, hay veces en las que no tenemos la capacidad de expresar en palabras ciertas cuestiones y a través del arte se pueden exteriorizar. El arte también es una herramienta transformadora, por lo que me ha tocado vivir en las comunidades, el arte sí tiene esa capacidad de generar un pequeño cambio a través de la introspección, produce una pequeña transformación en quien está realizando la pieza, pero también en el espectador.
Pero, ¿por qué “Chauiztle”?: “Porque tengo muy mala suerte, entonces es un apodo que adopté un poco para combatirla y cambiarla, después se convirtió en una especie de estandarte, es decir, para llevar el arte a todos lados y poder decir: `Ya les cayó el chahuiztle por aquí, ya les cayó el chahuiztle por allá´”.
Chauiztle define su trabajo como “esténciles bordados a mano” porque es la primera cosa que tiene en mente tanto cuando está pintando como cuando comparte sus fotos en redes sociales: “Creo que se trata un poco de eso, de llevar el mundo textil del arte popular a un muro a través del esténcil, es decir, llevar sus patrones tradicionales a un formato nuevo, el muro”.
"Mucho de mi trabajo tiene que ver con los bordados y patrones en los textiles, para mí son importantes porque considero tan importantes como son los códices que los españoles no pudieron quemar. El pensamiento de un pueblo, toda su historia, se puede ver a través de sus textiles porque retratan su entorno. Entonces, mis trabajos no solamente son una pieza de decoración, son retratos de la cosmovisión de un pueblo entero, a través de una cuestión sencilla, pero a la vez muy compleja en su origen e historia. La geometría, por ejemplo, que utilizo mucho en mis patrones, es bastante rara, porque reproduce una especie de fractales que pueden reproducirse hasta el infinito… va mucho más allá de la concepción del mundo que tenemos nosotros".
Chauiztle, no solo crea con el cutter y la plantilla, explora otros linderos; con escultura en masilla epóxica, vaciado a través de moldes de silicón (para crear piezas en resina), también con acrílico, óleo, carboncillo, pues afirma que las personas creativas sienten la necesidad de todo el tiempo experimentar con cosas nuevas, sin duda alguna, su favorita es el esténcil.
Su mayor desafío como artista ha sido encontrarse a sí mismo:
Creo que estas grandes urbes nos absorben, nos hacen perder un poco nuestras raíces e incluso nos hacen avergonzarnos de donde venimos. Si bien muchos de nosotros somos mestizos, las generaciones que nos anteceden (no muy lejanas), nuestros papás, nuestros abuelos, emigraron a estas ciudades con la esperanza de encontrar mejores condiciones de vida y yo creo que eso ha sido un proceso difícil porque una parte de mí intentaba negar ese pasado: el ser de pueblo, salir de tu pequeña o gran comunidad a estudiar la universidad, hace que pierdas el camino y te avergüenza, de algún modo, toda esa herencia que traes. Entonces, reencontrarme con esa parte de mí ha sido una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer, sobre todo porque tuve que viajar mucho, alejarme de esa parte de mí y fue estando muy lejos que termine por encontrarla.
En cuanto al proceso de creación, desmiente el mito de que es una cuestión de éxtasis, pues al menos en su caso, lo que experimenta es mucho estrés, lo califica incluso como una especie de tortura. Considera que es un acto de incertidumbre porque al llegar a la pared la mayoría de las veces no tiene idea de lo que va a encontrar, tampoco tiene certeza de las condiciones climáticas, inclusive hay veces que no hay oportunidad de probar la plantilla para ver cómo queda y corre el riesgo de que en determinado momento haya algo que no coincida. Pero esto no solo le sucede con el proceso de creación, el hecho mismo de generar la idea también es un procedimiento de mucha tensión porque no ocurre por arte de magia, pero sí obedece a ciertas decisiones pensadas.
Para él la majestuosidad de esto, radica en ver la obra terminada, cuando se da cuenta de que todo el estrés, la incertidumbre y la tensión valieron la pena, no obstante, la validación externa es fundamental: “El arte urbano no es nada sin el otro, necesita su reconocimiento por eso se ubica en la calle porque si no cada quien lo pintaría en la oscuridad de su recámara, pero está pensado para que otro lo vea, para producir y reproducir un diálogo que vale la pena”.
Algunas piezas ya terminadas se convierten en símbolos muy importantes para las comunidades, por ejemplo, la comunidad Macehual está bien orgullosa de que haya un mural suyo en la colonia Roma, lo cual cambia las reglas del juego porque en una comunidad en la que a sus jóvenes normalmente les da pena adoptar los trajes tradicionales, al menos ahora estos chicos se sienten súper orgullosos y presumen a los otros que hay un mural de su comunidad en el la Ciudad de México, en la colonia Roma.
Le encanta “volar la cabeza de las personas”, pues asegura que una de las cosas que más disfruta de su trabajo es la reacción de sorpresa/felicidad de la gente al ver la pieza terminada, especialmente cuando el trabajo está bien hecho, porque a la gente le gusta y se interesa más por el tema, entonces pregunta por el diseño y cuando les explica, “es bien rico”, ya que puede compartir con la gente del barrio, de la colonia, de la comunidad, del pueblo.
"Mi trabajo de repente se transforma como en una cuestión antropológica porque hay que buscar el bordado de la región que se quiere representar, el significado que tiene, cuáles son sus variantes, qué colores se deben utilizar y todo este tipo de cuestiones. Recientemente una señora me dijo que estaba bien la manera en la que había pintado un mural porque ella no sabía cómo se sacaba el bordado y ahora que está pintado en un muro lo iba a intentar hacer en una servilleta para sus tortillas".
La evolución en su trabajo es bastante notoria, debido a que en un principio “quería destruirlo todo”, puesto que estaba muy enojado, sin embargo, cuando empezó a viajar a las comunidades, se dio cuenta de que hay esperanza, de que existen otras formas de construir y deconstruir para mejorar.
Es así, que en este momento, el trabajo de Chauiztle trata del acercamiento a las raíces, de compartir lo mucho que se puede aprender de las comunidades y pueblos originarios en las que ha estado: “La iconografía, por ejemplo, me parece muy importante porque retrata toda una cosmovisión de respeto al otro, respeto a la naturaleza, lo cual me parece sumamente importante. Todo mi trabajo es sobre las raíces, la iconografía, sobre esto que nosotros seguimos llamando México”.
El trabajo social en su actividad es indispensable, empezando por el compromiso personal de ir, por lo menos 2 veces al año, a las comunidades a dar talleres gratuitos sobre esténcil; procura no solamente visitar locaciones, pintar e irse; sino disfrutar y adentrase en el procesos sociales íntimos de la comunidad; entre todos se discute qué es lo que lo que debe pintarse, por qué y para quién. Al final, mucho de su trabajo es un homenaje a las y los maestros artesanos que que los habitan.
Pedirles permiso a los 'patrones' y tener su visto bueno sobre la iconografía que utilizo en la mayoría de mi obra, para mí esa cuestión es bien importante. También estar yendo a las comunidades a devolver un poco de lo mucho que me han enseñado. En ese mismo sentido, una de las cosas que más me ha enriquecido, por ejemplo, en la comunidad de Reyeshogpan de Cuetzalan, fue donde estuve trabajando un semestre con chicos del bachillerato, yo les hablaba del esténcil, de la importancia de la comunidad y tal… Pues ya a la hora de pintar... de repente me di cuenta que no habían entendido en qué consistía la técnica, o sea, confiaron en mí ciegamente y en el momento en que pusieron la plantilla sobre la pared, le echaron aerosol... cuando la iban retirando y se dieron cuenta de lo que estaba pasando y qué es lo que yo les estaba intentando explicar, su cara fue de un asombro total, no podían creer lo que estaba pasando y de inmediato todos se pusieron a aplaudirse a ellos mismos, muy emocionados… sigo teniendo grabadísima la cara de los chicos y su expresión.
Conoce su obra disponible aquí
Como artista urbano, cree que su trabajo, más allá de ser una conquista del espacio público, se inscribe en la larga lista de batallas que pelean los artistas, la ciudad y la comunidad contra la horrible propaganda que intenta todo el tiempo convencernos de comprar cosas que no necesitamos, de vernos como modelos que nunca podremos ser pues, sin embargo, está claro de que la victoria no está dada ni para uno ni para el otro.
Además del arte urbano, otro de los proyectos en los que está participando, es la realización de gráfica para movimientos sociales, esto especialmente a partir del caso Ayotzinapa; ha realizado: carteles, invitaciones a eventos, flyers, propaganda para marchas; también con la CNTE: Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, ha estado apoyándolos en la generación de sus propios contenidos gráficos.
Ha realizado intervenciones en colaboración con otros artistas, de los que más le han gustado destaca un muro en Cuetzalan, el cual pintó en colaboración con Gran Om y Karas Urbanas, afirma que en las colaboraciones más allá de aprender trucos, y algunas técnicas, lo más importante es que: “Uno aprende cómo es que el otro ve el mundo, cómo hace para solucionar algunas cuestiones, en tanto al quehacer artístico de cada quien. Yo creo que está bien bueno saber que existe una comunidad artística que `echa la mano´, nos hace entender que hay cosas por las que todavía vale la pena seguir luchando”.
Desde su perspectiva considera arte como mercancía, atraviesa una crisis ocasionada por el mercado, el arte de galería complaciente y subordinado en el que los artistas se compran su propia obra o se especula para engrandecer personajes.
“Yo creo que todo eso ha ocasionado que haya toda una ola de artistas cuyo único objetivo es producir para obtener dinero, sin importar nada más”.
Sin embargo, reconoce que existe un contrapeso en todo esto, una corriente del Street Art que no tiene la necesidad de convencer ni de complacer a nadie, que es muy sincera en su discurso y que afortunadamente está abarcando prácticamente todo el mundo con artistas con un sinnúmero de técnicas diferentes que crean muchas cosas nuevas, por ejemplo: Blek le Rat, y aunque este movimiento no tiene todavía el peso que debería (al menos en México), considera que en el futuro puede pasar a ser una corriente artística tan importante como en su tiempo lo fue el cubismo, el expresionismo o el futurismo.
No nos queda duda de que este artista se ha convertido en una especie de antropólogo social y contempla que existen por lo menos dos estereotipos actuales en torno al arte urbano; el primero, que se cree que todos los artistas urbanos son millonarios; el segundo, que su realización no requiere de habilidades técnicas suficientes como para considerarla un arte mayor, pues sigue siendo considerado lowbrow art. y agrega:
Se piensa que el arte urbano debiera ser bonito y agradable, sobre todo, últimamente que ha sido coptado por las presidencias municipales, delegaciones, Secretarías de Cultura, etc., me parece que hay un estereotipo en cuanto a que el simple acto de embellecer una calle ya está creando comunidad o ya estamos transformando la vida de la gente que pasa por ahí diario y considero que no siempre es así porque para lograr eso hacen falta otras tantas cosas.
La obra de Chauiztle la podemos encontrar en los estados de: Puebla, Oaxaca, Ciudad de México, Jalisco más los que se vayan acumulando según sus viajes, y a partir de ahora, podrás encontrar algunas piezas de venta exclusiva en Estilo Mexicano.
Créditos de fotografías:
@JóvenesArtesanos
@GranOm
@Kloer
@GranOm
@Kloer
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Por: @Mireya
Por: @Mireya