JORGE HERNÁNDEZ. ENTRE LA GRÁFICA Y EL ARTE URBANO

Alejado del mundo de la academia y más cercano a los movimientos urbanos, Jorge Hernández es un joven que se autodefine como un “artesano fanático de la gráfica y la plástica”. El trabajo de Jorge está vivo, no necesita de los grandes patrocinios para hacerse presente en la inmensa urbe defeña.  El arte gráfico auténtico, con saborcito chilango, está, en palabras de Jorge, en la Lagunilla, en el tradicional tianguis del Chopo y en pequeños bazares y exposiciones de los barrios periféricos.

Es pues, por esta razón, que nos acercamos a su trabajo porque creemos firmemente en la obra artística alejada de parafernalias sin sentido, de patrocinios de grandes marcas que solo apoyan un arte de élites, hueco, vacío. ¿Dónde está el arte señores? En las calles, en las pegas de nuestra urbe, en los gritos de los artistas “expulsados” de un sistema donde su arte no es redituable.

En el trabajo de Jorge nos encontraremos con seres que son una extraña combinación de animales con formas antropomorfas. Seres que, parece, proceden de otras realidades.  Sus retratos con toques mexicanos (con un fuerte contenido prehispánico) nos llevan a mundos cargados de visiones oníricas con el toque mesoamericano que hacen de este joven artista una voz nueva que sabe qué quiere y hacia donde va.

Sus influencias, dice Hernández, las puede dividir en tres: la primera se refiere a la plástica que resulta muy extensa, desde los códices mesoamericanos, pasando por Velasco, Carrington, Leopoldo Méndez hasta ilustradores contemporáneos como Ashley Wood, Natalie Hall o Tony Sandoval. La cultural, de manifestaciones prehispánicas y mestizas, pasando por todo el folclor y la mística de la ciudad de México y sus barrios hasta la supra realidad del internet y la era digital. Por último, las personas que han aportado grandes capitales de conocimiento, paciencia, amor y cariño.

Nuestro artista se formó en el CCH en una carrera técnica de dibujo publicitario y comenzó en el grabado, casi de manera casual, por una recomendación de un curso y ahí comenzó un camino de trabajo continuo buscando su estilo propio. La eterna búsqueda del artista.

 

El camino del arte, largo y complejo, lleva a un aprendizaje constante, un autodescubrimiento diario. Pero, ¿qué es lo más difícil de este mundo? Jorge tiene una respuesta clara y contundente: salir del confort que te brinda ser un artista de sala. Dejar de ser el artista que se limita a hacer retratos, paisajes y bodegones bonitos para enfocarte en tu discurso propio. Y ¡como no! el tener que buscar ingresos para mantener un proyecto a flote.

La obra de Jorge comienza, como la del verdadero artista, por un deseo ardiente de expresar sus estados, sus emociones. Poco a poco, comienza la exploración del ser humano como individuo frágil frente a una naturaleza cruda. Ahora, señala Jorge, se encuentra acercándose a aspectos diversos, desde su propia identidad hasta aproximaciones más oscuras.

Que queda mucho Jorge por descubrir. Ese joven que, además de artista, se mueve en el trabajo comunitario y cultural, algo de informática, carga y acomoda colchas y cobertores y es mensajero de a pie. En nuestros caminos por la ciudad, por los vagones del metro, quizás nos cruzamos con tantísimos artistas como él. Porque el arte y los artistas se mueven también a pie, señores. No están, únicamente, en las grandes galerías.

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Por: Viviana González